Un rey que deseaba poseer un poderoso gallo de pelea, pidió a uno de sus súbditos que le adiestrara uno. El súbdito enseño al gallo las técnicas del combate, al cabo de diez días pregunto el rey: ¿Podemos organizar una pelea con ese gallo?, el instructor contesto: ¡No!, ¡No!, ¡No!, es fuerte pero, su fuerza esta vacía, esta excitado y su fuerza es efímera.
Diez días después el rey volvió a preguntar: ¿Podemos ya organizar esa pelea? ¡No!, ¡No!, ¡No!, Todavía no, sigue mostrándose pasional y siempre dispuesto a pelear, cuando oye el canto de otro gallo, incluso el de una aldea cercana, monta en cólera.
Transcurridos diez días mas de entrenamiento el rey pregunto una
vez más: ¿Es posible ahora?, y contesto el instructor: Ahora ya no se apasiona, si oye o ve a otro gallo, permanece tranquilo, su actitud es la exacta y su vitalidad sigue siendo poderosa, ya no monta en cólera, la energía y la fuerza no se manifiestan en la superficie. Entonces ¿esta preparado para una pelea? Siguió el rey, y el instructor contesto, podría ser.
Se trajeron numerosos gallos de pelea y se organizo un torneo. Pero los gallos de pelea no podían acercarse a aquel gallo, huían de el, espantados. Así pues, no hubo necesidad de de combate alguno, el gallo de pelea se había convertido en un gallo de buena pasta, había sobrepasado el entrenamiento en técnicas de lucha, poseía interiormente una tremenda energía que no se exteriorizaba, el poderío le era ya algo propio, y los otros no podían sino inclinarse ante su tranquila confianza y su verdadera fuerza oculta.